Vi por primera vez las fotos de Juliana Stein en el MAC[1], durante la 5ª edición de la Bienal de Curitiba. Una de ellas -un par de pies bajo el agua, uno real y otro ortopédico- me produjo una ligera turbación que gradualmente llegó al estremecimiento. Las imágenes de Juliana Stein operan así, con intensidad progresiva, como si repitieran dentro nuestro aquel procedimiento de laboratorio, cuando de la superficie nebulosa comienzan a emerger, cada vez más nítidos, los seres y las cosas. Las breves conversaciones que mantuvimos me permitieron saber que para ella la fotografía es una práctica de indagación, de exploración. Hay una suerte de descontrol productivo en este “dejarse llevar” por personajes y situaciones que, una vez traducidos a imagen, aguijonean la percepción desde sus tonos graves y hasta desvaídos.

Juliana Stein incursiona en sitios marginales y a partir de ellos reflexiona. “Es curioso –comentó el crítico Philippe Dubois al conocer su obra- encontrar a alguien que piensa la fotografía no sólo como imagen”. Ciertamente, el abordaje de Stein trasciende la condición visual para instalar una zona de silencio que asigna a la fotografía un carácter indicial: muestra la partícula visible de un gran invisible que se manifiesta dosificadamente a través de la imagen. En este caso, el rincón de la espera en la cárcel y el andamiaje interno de la construcción de la Torre del Ojo. A propósito de esto último dice Juliana: “Essas estruturas que se vêem nas imagens e que criam este padrão de repetição que nos parece tão natural e artificial ao mesmo tempo, são aquelas estruturas com as quais ergueu-se o Olho do museu, o olho que seria a alma do museu e que representa a condição crítica da relação museu/comunidade” [2].  

Adriana Almada , julho 2012

[1] Museo de Arte Contemporáneo de Curitiba.

2 Juliana Stein. Correspondencia electrónica, 05.07.12